En nuestro segundo día, nos levantamos algo ansiosos,
desayunamos y esperamos hasta que nos pasaron a buscar ya que las
plantaciones de té quedan a las afueras de la ciudad.
Llegamos y nos llevaron a una planta laboratorio de té que
contaba con diferentes equipos para poder obtener nuestro té. Allí nos
entregaron un delantal, sombrero de paja y un canasto para ir a cosechar
nuestras hojas de té.
Nos explicaron como teníamos que efectuar la labor, en donde
quebramos el tallo tierno de la planta dejando en nuestra mano, el brote o
alvéolo hasta la segunda o primera hoja de la planta. Es un trabajo delicado,
repetitivo y agotador, ya que el clima a pesar que estuvo bueno para cosechar,
agita realizar la misma labor por mucho tiempo. Estuvimos cosechando 1 hora y
media y obtuvimos por cosechador entre ¡¡¡350-400 gr de hojas frescas de té!!! ….
Sí, impresionante después de tanto tiempo sólo pudimos obtener esa cantidad. Al
reflexionar de esta primera etapa, lo único que puedo pensar es en admirar a
las cosechadoras de las plantaciones de té que recolectan a mano, y valoro aún
más cada hebra de té que me preparo.
La misión de este día es obtener un té verde y llevamos
nuestra cosecha a la planta laboratorio. Pesamos las hojas y luego, de manera
delicada las colocamos en una rejilla que formaba parte de un túnel de secado.
El funcionamiento de esta máquina era como si el aire de un secador de pelo
pasase por el interior de un túnel. La temperatura era un poco más elevada de
80°C.
Este proceso es de paciencia y delicado, ya que debemos
evitar que se oxide la hoja. Cada 15 minutos revisábamos visualmente
si el secado (fijación: proceso que bloquea la enzima que genera la
oxidación) era homogéneo y
suavemente movíamos la hoja para
evitar el secado excesivo de algunas hojas y otras no.
Una vez terminada esta etapa comienza el enrulado, amasando
suavemente la hoja del té para así sacar la mayor cantidad de componentes tanto
aromáticos y de sabor. Notábamos el cambio de aromas que sufría el té, si bien
en los campos, teníamos un aroma a verde, a pasto, a árbol, en el secador
teníamos un aroma a verde, a notas de plantas, pero en el enrulamiento ya
teníamos los aromas cítricos del té, aromas a membrillo, a limón, también
aromas a clorofila, a mate, entre otros. Se enruló durante 45 minutos, para luego ser llevado nuevamente a
la secadora, así obteniendo por fin un té verde que luego degustamos y
probamos.
Pero el día no terminaba ahí… después de almorzar fuimos a
cosechar nuevamente, pero esta vez para dejar las hojas del té marchitando para ¡¡
elaborar en el tercer día nuestro propio té negro!!
La experiencia vivida, fue genial, en donde pudimos
visualizar los cambios que sufría la hoja en todas las etapas.
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