Nuestra experiencia en una fábrica de Té en Argentina (día dos)


En nuestro segundo día, nos levantamos algo ansiosos, desayunamos y esperamos  hasta que nos pasaron a buscar ya que las plantaciones de té quedan a las afueras de la ciudad.
Llegamos y nos llevaron a una planta laboratorio de té que contaba con diferentes equipos para poder obtener nuestro té. Allí nos entregaron un delantal, sombrero de paja y un canasto para ir a cosechar nuestras hojas de té.
Nos explicaron como teníamos que efectuar la labor, en donde quebramos el tallo tierno de la planta dejando en nuestra mano, el brote o alvéolo hasta la segunda o primera hoja de la planta. Es un trabajo delicado, repetitivo y agotador, ya que el clima a pesar que estuvo bueno para cosechar, agita realizar la misma labor por mucho tiempo. Estuvimos cosechando 1 hora y media y obtuvimos por cosechador entre ¡¡¡350-400 gr de hojas frescas de té!!! …. Sí, impresionante después de tanto tiempo sólo pudimos obtener esa cantidad. Al reflexionar de esta primera etapa, lo único que puedo pensar es en admirar a las cosechadoras de las plantaciones de té que recolectan a mano, y valoro aún más cada hebra de té que me preparo.
La misión de este día es obtener un té verde y llevamos nuestra cosecha a la planta laboratorio. Pesamos las hojas y luego, de manera delicada las colocamos en una rejilla que formaba parte de un túnel de secado. El funcionamiento de esta máquina era como si el aire de un secador de pelo pasase por el interior de un túnel. La temperatura era un poco más elevada de 80°C.
Este proceso es de paciencia y delicado, ya que debemos evitar que se oxide la hoja. Cada 15 minutos revisábamos  visualmente  si el secado (fijación: proceso que bloquea la enzima que genera la oxidación) era homogéneo y  suavemente  movíamos la hoja para evitar el secado excesivo de algunas hojas y otras no.
Una vez terminada esta etapa comienza el enrulado, amasando suavemente la hoja del té para así sacar la mayor cantidad de componentes tanto aromáticos y de sabor. Notábamos el cambio de aromas que sufría el té, si bien en los campos, teníamos un aroma a verde, a pasto, a árbol, en el secador teníamos un aroma a verde, a notas de plantas, pero en el enrulamiento ya teníamos los aromas cítricos del té, aromas a membrillo, a limón, también aromas a clorofila, a mate, entre otros. Se enruló durante  45 minutos, para luego ser llevado nuevamente a la secadora, así obteniendo por fin un té verde que luego degustamos y probamos.
Pero el día no terminaba ahí… después de almorzar fuimos a cosechar nuevamente, pero esta vez para dejar las hojas del té marchitando para ¡¡
elaborar en el tercer día nuestro propio té negro!!

La experiencia vivida, fue genial, en donde pudimos visualizar los cambios que sufría la hoja en todas las etapas.

El mundo del té es una experiencia que deleita tus sentidos desde la cosecha hasta el degustar.

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